20190502

RETABLOS DEL VIEJO GUANAJUATO (1943)



Saludo
Tierra de Guanajuato, que fueras
algún día,
igual que yo fui tuya,
completamente mía,
cando en ti, de tu oxígeno aspiraba
y con tus propios frutos me nutría.

Hoy que mi vida ausente
padece tu saudade,
tiendo hacia ti, como un avión,
mi anhelo,
en un lírico vuelo
de buena voluntad.


La calle de Cantarranas
¡Cantarranas!... ¡Cantarranas!
Calle en que las ranas cantan…
Ahora te has quedado sola
Aunque llueva en las mañanas.

Aunque en las mañanas llueva
dejando limpias tus lajas,
las noches te encuentran sola,
sin gente ni serenatas.

De los cerros y Pastita
ya los mineros no bajan,
enredando los “patíos”
y sonando sus rodajas.

Esas rodajas, que ruedan
con un águila en la plata
de los coágulos maternos,
leche de la valenciana.

Por el Cantador, pasaba
la estudiantina cantando:
«De Guanajuato a la Presa,
de la Presa a Cantarranas».

Y en al Callejón del Beso,
donde se besan las almas,
silbaba un viento ligero:
¡La estudiantina que pasa!...

¡Cantarranas! ¡Cantarranas!
Ya en ti las ranas no cantan
ni silba el viento ligero
viejas canciones de plata.

¿Cómo habré de cantar yo
que nunca he tenido nada
y miro tu tristeza
con un nudo en la garganta?

Cantarranas, calle vieja,
¡Ya sólo vive tu fama!


El Callejón del Beso
Callejón inesperado
en que se perdió un suspiro,
porque antes del beso aquel
ya suspiraba el olvido.

Hay en todas las ciudades
ese callejón propicio,
donde las bocas se oprimen
en un anhelo furtivo.

Callejón de dos balcones
con un silencio expresivo…
Casi se tocan, se tocan
en las noches de platino.

Casi se tocan las almas
al contacto fugitivo…
Callejón largo del beso
en que se perdió un suspiro.


La Presa de la Olla
Agua que estás en la Presa
absorta y muerta de frío;
¿Has escuchado en las noches,
del más allá de los latidos?

Acaso estas descontenta
porque no tienes destino.
Agua pluvial, sin corrientes
trotamundos hacia el río.

Ovejas que beben agua
en saliendo del aprisco,
una manada de estrellas
te fingen de luz balidos.

Ovejas que beben agua
no desviando su camino,
pasarán sobre tu espejo
sin entubiarte de limo.

En cal y canto encerrada,
soñarás el bien perdido…
Agua extática en ti misma,
prisionera del hastío.


El Camino de Santa Rosa
Dejamos atrás llorando,
la Presa de la Esperanza,
espejismo de unos ojos
reflejándose en el agua.

Espejismo en que las nubes
proyectan vidas lejanas
y el recuerdo se confunde
con las dichas no logradas.

Camino de Santa Rosa,
silvestre y honda fragancia,
aliento de mil rosales
amándose en las montañas.

Para seguir, es preciso
renunciar a la Esperanza
por más que nuestras pupilas
se van disolviendo en agua.

Agua de llantos dormidos
que caen en las madrugadas;
angustia de adiós y ausencia
en neblina arrebujada.

Camino de Santa Rosa…
Neblina dentro del alma…
Pero un aire de rosales
nuestra tristeza embalsama.


Adiós
Y así
revivo un cuento de mi esfumada infancia,
rielando la distancia
en retorno hacia ti…

¡Ciudad mía,
fabulosa
esposa
del rey Midas,
que te dejó en metales las entrañas fundidas!


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